miércoles, 25 de febrero de 2009

Fuera de Control

Amagaste con abandonar la habitación, esta vez ni me moleste en detenerte. De un golpe volviste a cerrar la puerta. Crispada la cara, los ojos inyectados en sangre y las fosas nasales dilatadas. Me miraste en un acceso de furia, con cariño entorne los ojos y con una sonrisa pregunté - te ibas mi amor? - . De un salto volviste a la cama, me agarraste y besaste como hace mucho tiempo no lo hacías. Te detubiste solo para sacudirme el alma de un sopapo. Una lágrima asomó pero mi risa inundó la cama. Te fuiste con mis dientes clavados en el hombro, espalda, pierna y brazo. Esas ganas de morder, golpear, sacudir y rasguñar: Volvieron.
La mañana me encontró en el suelo, ya te habías ido, como de costumbre. Olvidé por un momento que yo había deseado eso. Un amor enfermizo, psicótico, que te arranque las raíces del suelo, intenso, mortal.
Como un niño que espera con ansias su cumpleaños o la navidad esperaba morderte de nuevo, esperaba tus llamadas (que nunca llegaban) y esas escenas y gritos totalmente fuera de lugar en la cola del cine. Peleábamos, eso lo sabían todos. Nos amábamos, eso ni nosotros lo reconocíamos.
La noche que todo se fue al carajo la recuerdo vagamente. Forcejeamos, me golpeaste, te golpeé. Hubo muchos insultos. Sangre. Un empujón. Tu cabeza golpeó contra el respaldo de la cama. Desesperación. Estuviste 13 horas inconsciente. Babeandome toda la almohada. Rogaba a Dios que te despiertes y no te mueras justo esa noche que todo el mundo sabía que estabas conmigo. Te despertaste, fue un alivio. Lo que siguió fue un infierno.
Cada amanecer traía la esperanza de que, de alguna manera mágica, todo se volvería normal y nuestros más oscuros problemas desaparecerían. Tus dudas. Mis errores. Los golpes. El Amor. Aguantaba cada noche esperando que la mañana limpiara toda esa suciedad de nuestras vidas. Pero hay manchas que percuden el alma y no hay nada que las pueda sacar.
Una madrugada no pude más y el filo de un tramontina llegó a tu corazón como yo nunca supe llegar.
No te guardo rencor, claro que no. El pasado quedó atrás, o abajo. Te recuerdo con una sonrisa y ya no fantaseo con lo que pudo haber llegado a ser. Te siento a mi lado, como si ese metro y medio de tierra y cemento que nos separan no fueran nada...
(tube un delirio muy a lo mujeres asesinas, espero, lo sepan comprender u.u )

4 comentarios:

N dijo...

jajajaja
me enconto como tornaste la historia hdp...muy bien redactado y el final...la verdad muy de mujeres asesinas!!!!

No se como explicarte dijo...

es lindo leerte

L! dijo...

me moviste el piso...

Limada dijo...

Che, desapareciste?