Tras haber confesado volviste alegre creyendo que por haber llorado tu vil traición sería olvidada. Te equivocas. Tanto es tu error que me causa gracia. Tu mezquindad, el pecado, la pobreza inmunda, tu insuficiencia, mi culpa. Inmerso en un mar de mentiras, me contento con robar tres bocanadas de un aire extraño, lleno de ojos que miran, que lejos están pero escudriñan muy profundo. Ellos no ven lo que otros ven, ojos abiertos que no descansan, que no sueñan. Ojos llenos de deseo de volar hacia otros mares más azules, pulcro como la virginidad, infinitos como la desdicha de quien ama en secreto.
Un escenario maldito, sostenido por columnas de arena húmeda, tu vida, La Mentira. El artista fallido que no puede comunicar lo que siente. Fruta marchita, un tormento eterno.
Perdido en la ciudad, viendo bruces, solo. La duda carcome tu cabeza y sus voces te marginan, te condicionan y dicen que hacer. Lejos estabas del rebaño, pero ansiábas pertenecer. Con miedo a que alguien llegara y excavara en tu vida, encontrando el vacío fúnebre que fingías lleno. Un discurso hueco, una apariencia normal, existencia moderada. Eras un martes, cotidiano, común, ordinario. Un actor secundario que anhelaba a más pero no tenía talento. El Robin de Batman. La cola del burro, atrás, siempre atrás.
Me fijé en vos, confieso. La impresión duró tres segundos, tres bocanadas de aire extraño. Viciado por el humo que vendías. Preso en una prisión sin barrotes, atado al que dirán, limites obtusos a tu imaginación. Gris, sin motivo aparente. Solo, por diversión o aburrimiento, me da lo mismo.
1 comentario:
hermoso... calido y contundente!!!
Saludos desde el Caribe...
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