El escalofrío bajaba lento por mi espalda montado en una gota de sudor helado. Abrí los ojos y ya no sentí tu respiración en mi cuello.
Por momentos amo las flores y en otros las aborrezco. No se a que se debe, hace tiempo supuse que no todo tenía que tener un porqué, sobre todo en mi vida.
Tu piel fría brillaba azul a la luz del amanecer. Con los labios morados y una ultima sonrisa en los labios. No hablabas más, por fin.
Me gusta dormir con los pies destapados pero me da miedo que venga el Demonio y me los estire, por eso me tapo todo. No puedo dormir con los brazos cruzados y boca arriba o siento que me voy a morir mientras duermo.
Estabas tan tranquilo, como dormido. Me acurruqué en tu pecho porque tenía sueño todavía y era domingo. El segundo despertador sonó quince minutos más tarde y no quería salir de la cama. Tenía miedo de que al levantarme vos ya no estés más. Ese miedo irracional a que un muerto me abandone...
Una noche, cuando tenía seis años, una voz me dijo que moriría al otro día en la escuela. Mi mamá no me creyó así que me escapé de la escuela y vagué por las calles escapando.
Volví con un café a la cama y ya no estabas... me di cuenta de que te odio cuando no estás pero cuando estás tengo necesidad de abrazarte y eventualmente verte muerto.
La sangre no se quita con facilidad...
La sangre no se quita con facilidad...
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